La vida introdujo a mis 3 años una forma de expresarme y canalizar emociones, que 44 años después sigue ocupando un lugar protagónico. Si bien el rol que ha tenido es de esparcimiento, ejercicio, socialización y terapia emocional, no pocas veces las personas de mi entorno me confrontan con que debería dedicarme a ese gusto al que le invierto tantas horas. También resulta difícil explicar por qué entreno nueve horas por semana y bailo diferentes tipos. Pienso que solo esas personas que experimentan lo que yo, pueden comprenderlo, pues la respuesta no se da con palabras, y desde mi óptica son los cuatro roles que mencioné los que necesito, porque efectivamente en vez de monetizar la dedicación, me consume recursos económicos y tiempo.
En esta pasión la exploración es infinita, lo cual no significa que me gusten todas las danzas, porque como expresiones culturales y artísticas, una conecta o no conforme lo que me transmite cada baile.
A raíz del Día Internacional de la Danza quise compartir algunas lecciones que he aprendido a lo largo de la vida bailando:
- El baile se expresa conforme a técnica, pero también conforme al sentir individual y las emociones que evoca. Sin lugar a dudas el Flamenco y el Kathak (norte de India) me han fortalecido en tiempos de crisis, mientras la Salsa y el Bollywood me han hecho comunicar mis alegrías, por su parte Odissi (clásica de india) me ha cultivado mi espiritualidad, y la Bachata, la Danza Oriental (conocida como belly dance) y el Burlesque han evocado mi sensualidad, siendo su variante el Tribal la que me hace sentir poderosa y la Danza Contemporánea la que me ofrece libertad.
- Cuando bailo desempeño un rol, soy un personaje que expresa lo que siente a partir de las herramientas que posea. Es algo así como jugar, lo cual hicimos en nuestra infancia de forma intuitiva, y nos permitía conocer otros mundos viviendo experiencias desde la imaginación.
- La disciplina de un bailarín es el respeto a la audiencia que tendrá enfrente, al colectivo con el que interpreta una coreografía y a su autocuido, porque entrar tarde a una clase es arriesgarse a una lección, o llegar tarde a una presentación implicaría no salir a ese escenario efímero, para el que una se preparó por meses.
- Practicar varias danzas es como hablar distintos idiomas, no sería extraño que mezclemos palabras, pero nuestra memoria corporal podría confundirse, así como ocurre con las palabras. En mi caso no lo sanciono, sino que me autopercibo como una latina que flamenquea con el desarrollo de habilidades propias de las danzas clásicas de oriente y occidente.
- Todos pasamos por varios amores en esta vida, y así como pueden convivir el amor fraterno, con el filial y el romántico, practicar varios bailes es posible y hasta necesario para alcanzar una expresión única que determine nuestra identidad. Al igual que amo viajar, explorar danzas de distintas regiones del mundo me permite viajar por todos los continentes: Asia gracias a las danzas clásicas, folklore (Bhangra) y bailes populares de india, África con la Kizomba (Angola) y Coupé Décale (Costa de Marfil), Europa mediante el Flamenco y sus diversos palos (ritmos) y América donde me he propuesto aprender todas sus expresiones aunque disfruto unas más que otras.
- Bailar un solo, una coreografía o en pareja, requieren destrezas distintas. En lo personal me cuesta muchísimo bailar en pareja porque implica soltar el control y confiar, pero bueno, quizás sea eso precisamente lo que deba aprender, por lo anterior me apasionan Kizomba (Angola) y Tango (Argentina), porque me ofrecen esa conexión.
- El cuerpo debe prepararse para bailar, un par de lesiones me lo confirman, una por no calentar y la otra por condiciones climáticas que exigían mayor preparación, por eso es importante también buscar alternativas como los masajes de descarga, liberar energía de los pies también mediante masaje o ungüentos, y reitero, calentar al inicio y estiramientos finales.
Y vos ¿qué otras lecciones te ha deparado la danza?